—Mi palabra es de estaño, pero no vale nada.
—Nadie me hace caso.
—Mi palabra es pobre y no se escucha.
—Mi hombre no está contra el gobierno,
pero tenemos hambre,—
diciendo una mujer con su güagüita en brazos.
La ciudad no sabe lo que pasa más allá de
la ciudad.
Usted, por ejemplo, huiracocha,
vive preocupado si su mujercita le pone cuernos,
si su gastritis,
si su reuma…
así es la ciudad nomás pues
con su bulla y sus prisas;
así es usted huiracocha,
así es el mundo lleno de problemas,
pero nosotros también tenemos problemas
y estamos cansados de verla la cara del hambre
todos los días hasta en sueños,
de toparnos con fusiles
apuntándonos más de cuatro siglos.
Ya no tenemos miedo, huiracocha.
Por eso hemos venido
a denunciar con hambre nuestra hambre.
Y si el gobierno se digna a escuchar nuestra
palabra,
sin balearnos,
créame, patroncito, que igual nomás
nuestros días seguirán siendo largos
como un día de hambre
y tristes
como muchos días de hambre:
nuestra vida
nuestra historia…
Hunger Strike
—My word is made of tin, but worth nothing.
—No one listens.
—My word is poor and can’t be heard.
—My husband isn’t against the government,
but we are hungry—
a woman says with her little baby in tow.
The city does not see what goes on
beyond the city.
You, for one, huiracocha,
you wonder if your lady is cheating,
if your gastritis,
or your rheumatism…
and that’s the city
its racket and its hustle;
like you huiracocha,
like this world laden with problems,
well we also know problems
and we are tired of staring hunger in the face
every day and in dreams,
of running into guns
aimed at us for over four centuries.
We are no longer afraid, huiracocha.
And so we are here
to condemn our hunger with hunger.
And if the government deigns to hear
our words,
without firing at us,
believe me, my boss, still
our days shall be long
like one day of hunger
and awful
like many hungry days:
our lives,
our story…